Venganza con Sabor a Libertad
No es un día cualquiera, el olor a humedad de esta sala de espera no ayuda al estado de ánimo, el viejo reloj con su sonido estresante al pasar los minutos, los sillones rotos y desgastados, esa puerta que al abrirse dará el diagnóstico, es el día que marcó nuestras vidas. El médico legista sale serio y me pide que entre a su consultorio con olor a antiséptico, tú estás recostada aún en la camilla, inmóvil, con tu carita triste y sus ojos lagrimosos, las palabras del galeno retumban en mi cabeza cuando confirma el abuso del que fuiste presa en manos de ese monstruo, ese despreciable ser que se sintió dueño de tu vida y tu inocencia. Su imagen en mi cabeza me tortura a diario, me desquicia, me lleva a un estado irracional de odio. La cárcel sería poco castigo para sus actos y aún con todo lo que hizo, sin importar que fueras su hija, con la corrupción que vivimos nunca la pisará. Y es cuando una idea se apodera de mi y comienzo a planearlo todo. Una semana ha sido suficiente par